Ahora es… sin tiempo

– ¿Yaaa? ¿has parado el tiempo? Indicó la tortuga efusiva.
– Sí, contestó, el elefante.
– ¡¡Bien, tenía que dejar de correr!! Explicó entre suspiros la tortuga.

El reloj marcaba las 5:55 horas, son los números mágicos que frenaban una época trepidante. La tortuga y el elefante tenían una auténtica misión, el objetivo era encontrar al Archivero del tiempo, querían pedirle que un minuto no fuese un minuto, fuese una eternidad. Se preguntarán por qué se plantean ese reto, muy sencillo, fueron desterrados de su planeta, la habitación de Juan. Ya no eran “importantes” en los juegos de este pequeño de 6 años, sus padres consideraban que le sobraban peluches, y eso había llevado a un destino fatal a la tortuga y al elefante, perdidos en una bolsa hacia los vertederos humanos interminables.

Estos animales de trapo sabían que el tiempo se podía detener, sin embargo no lo habían probado nunca, en el contacto continuo con los humanos, habían perdido parte de la intuición salvaje.

– ¿Cuál es el plan? Preguntó ilusionado el elefante.
– Muy sencillo, entraremos a través del reloj despertador de los padres de Juan, contestó la tortuga.
– Si se despiertan, somos peluches “muertos”, respondió el elefante.
– Tranquilo, están en pleno sueño.

Tenía razón la tortuga, cuando entraron en la habitación, detectaron una nube de pesadillas: soñaban con facturas, hipotecas, dinero, y de vez en cuando aparecía un helado que se tomaban rápidamente y sin saborear.
Menos mal que la radio despertador digital se encontraba en la cómoda. Allí estaban nuestros aventureros, dispuestos a entrar, era la hora, las 5:55. La tortuga se lanzó hasta el caparazón, sin miedo, como caracteriza a los seres libres, mientras el elefante, dubitativo sólo asomó la trompa y cayó en el tiempo, un tobogán de colores infinitos, divertidos y sabrosos hasta llegar a diversos caminos. Los animales no lo dudaron, eligieron el túnel más lúcido, y a pocos pasos estaba la mesa del tiempo, un espacio de cristal que parecía una pecera, porque dentro florecían imágenes móviles, jugueteando… aunque la tortuga y el elefante no llegaban a ver claramente que contenían, hasta que treparon por una de sus patas de cristal y se situaron en pleno campo.
Curioso, las imágenes eran de Juan, el pequeño que tanto adoraban, fotos en movimiento del niño jugando con ellos y con otros amigos. Estaban tan atentos, “embobados”, que no se percataron de la llegada del Archivero del tiempo.
Este abuelo joven no tenía edad, jugaba con los minutos, disfrutaba de los instantes, por eso compartió con la tortuga y el elefante secretos visibles: las caricias no se miden por minutos, las risas y los besos paralizan el tiempo humano. Pacientemente el Archivero les explicó que los relojes no pueden medir el amor, ni la paz, ni siquiera el trabajo y mucho menos los sueños. Algo tan sencillo lo habían olvidado en la tierra, así que les recomendó que como tenían TIEMPO de sobra, regresaran al hogar al que vivían, para transmitir VIDA.

La tortuga salió disparada del reloj despertador que seguía marcando las 5:55 horas, y el elefante aterrizó justo encima del caparazón tras el recorrido del fantástico tobogán de colores. Llegaban a TIEMPO de entrar en los sueños de los padres de Juan, que seguían angustiados con el dinero.
Cuando desfilaron sobre la nube de pesadillas, ambos se movieron nerviosos y dormidos en la cama, pero de repente sonrieron y adoptaron posturas fetales para descansar plácidamente.

El reloj despertador atronó a las 7:00 horas, sin embargo el sueño reparador les permitió levantarse sin cansancio, sin desánimo, sin angustias, y curiosamente cuando los tres estaban en la cocina desayunando, Juan sacó de la bolsa de basura al elefante y a la tortuga, los abrazó sin tiempos, y los padres se plantearon que esos animales tenían que pasar más días en la habitación del pequeño, hasta que llegaran a alguna guardería en la que seguir sacando sonrisas y juegos.

¿Somos de tirar y usar? ¿Somos seres sin TIEMPO para VIVIR? Sencillamente, páralo, puedes, son las 5:55 horas.

Ama sin límites… Ahora es… Acción.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Abrir chat
1
Hola Familia, ¿en qué podemos ayudar?